sábado, 15 de agosto de 2009

DISTANCIAS CORTAS


Pablo le cuenta a María que ha visitado los sitios que le aconsejó, mientras imagina cómo sería pasear junto a ella. Los ojos de Pablo brillan más que el ordenador de a bordo del taxi que comanda. En el asiento de atrás Kike sonríe y su sonrisa se marcha por el cristal de la puerta sobre la que apoya su cabeza. De repente Kike se sienta en el medio geométrico del asiento de atrás y contempla a un lado y a otro las luces que envuelven la calle, el corazón de Pablo y la sonrisa de María. María, cada vez que necesita un taxi, llama a Pablo, y normalmente aparece presto a dejarla en cualquier lugar de la ciudad. Pablo le hace rebaja en la cuenta y María siempre le deja propina.

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