
En la más absoluta oscuridad y soledad, los rayos catódicos tienden brazos visibles e intangibles, desaparece el tacto. No puedo tocarte y me duele, reaparece el tacto.
La extrema higiene, el miedo, los envases, las cajas, la obsesión, el decoro... No abraces, di "hola".
Manejados hacia el aislamiento, las manos catódicas nos conducen al aislamiento, las manos catódicas no rescatan, nos moldean...